Le faltó el aire a su respiración, a su cabeza las ideas y a su boca las palabras. Ojos claros, sonrisa a lo femme fatale. Estaba más linda de lo que la había imaginado. Por primera vez la veía vestida de ropa particular, una blusa blanca a rayas y una falda corta azul celeste justo arriba de las rodillas. Era como soñar despierto.
Estaba junto a sus amigos, cerca de las gradas en la primera planta. A la fiesta de la tercera planta solo iban los que pagaban y la mayoría era de tercer ciclo. Ella estaba en sexto grado y tenía el porte de una de octavo grado. “Esa vez me sentí más pequeño y pude ver la distancia de unas gradas y de un colón, tan grande como el muro donde chocó mi felicidad, tan breve como la visión de un ángel en los segundos de un trance”.
La música sonó de nuevo en sus oídos cuando la visión mágica desapareció subiendo por aquellas gradas que la llevaban a la tercera planta donde sonaban con fuerza las bocinas de Estudio 54. Era su amor platónico desde el día que sus miradas se cruzaron en la fila de quinto grado. Pero su amor ascendió a las alturas ese día y se consagró cuando, en otra epifanía, la vio desfilar en minifalda aquel 15 de septiembre. Esa vez descubrió que las musas que imaginaba en otros mundos, quizá en otros países, las tenía a unos metros de su salón de clases.
Era el baile de los grandes, la música inundaba no solo el edificio, alcanzaba todas las instalaciones, hasta el último rincón donde se fue a refugiar con sus compañeritos, ellos felices con sus juegos, él triste pensando la chica de sus sueños bailando con otro. Sentía amarga la boca al pensar que la estaría bailando con uno de esos... bestias, era una de sus máximas ofensas, aparte de púchica, pues sus padres eran muy estrictos hasta con el vocabulario. En la tercera planta estaban los grados de tercer ciclo y las chicas de sexto grado sentían atracción por los de los grados superiores y nunca por los grados menores.
Por mas que intentó integrarse al juego con sus compañeros, sus pensamientos no lo dejaron. Se apartó y sentado vio jugar a sus amigos...cada minuto que pasaba en su cabeza la imagen de la chica bailando. Una idea repentina le pareció como una ventana al cielo. Fue donde Chamba. Le dijo al algo al oído. Este habló con los demás y juntos recolectaron unas monedas.
Entre todos le reunieron el colón con la promesa de que les pagaría con frutas. Subió con el corazón acelerado y las manos sudándole. Para subir las gradas compró el ticket del baile, le preguntaron si no compraría bebida y yuca frita. No. Tenía exacto para la entrada. Y ¿si tendría que invitar a Susana? …Eso no lo había pensado, ahora ya no podía hacer nada. Entró al baile desorientado.
Estuvo parado en un rincón solo viendo bailar. Vivió uno de los momentos más incómodos de su vida…y ¿ahora qué?... No sabía bailar. Había tenido un tonto impulso. Veía a su alrededor y sentía que todos le estaban mirando. Se fue sintiendo cada vez pequeño, que su ropa no era la adecuada, ni su postura, no encontraba la forma de pararse, de ubicarse en ese ambiente en el cual sus enemigos se movían como la estrellas de la película y el se sentía como el tonto de la comedia. Tuvo conciencia hasta del último detalle de su persona y se veía con todas las debilidades físicas y de carácter, escuálido, con la ropa desteñida y raída en alguna parte; tenía la sensación que todos estudiaban detenidamente cada una de sus carencias, hasta de las internas, incluso hasta de lo que pensaba en ese momento.
Unos amigos de grados superiores se le acercaron. El pensó que por lástima, le invitaron a sumarse a bailar al grupo. Tenían una rueda y había un par de muchachas. El Sentía que la vergüenza le tiraba al piso, pero tampoco tuvo el coraje de bajar corriendo las gradas, así que por inercia siguió a sus amigos al grupo.
De a poco fue perdiendo la tirantez en su cuerpo y después de ver que solo era cuestión de hacer un par de pasos o más bien con un solo paso podía salvar la situación, ganó un poco de confianza. El problema fue que ahora que empezaba a adaptarse a la música, cambiaron el ritmo y pusieron música romántica para bailar pegados en pareja. Tuvo que hacerse otra vez a la pared, pero no fue el único. El grupo se desintegró, hubiera deseado tener compañeros para no sentirse más solo al ver las parejas bailando, de pronto vio en medio del grupo de bailadores a Susana bailando muy juntito con un chico que el había visto pertenecía a los malvados, Rony y para colmo si sabía bailar. En ese momento ya no pudo más, habría deseado tener un super poder para salvar a la chica de sus sueños del villano, pero solo podía escribir versos que no podían ayudarle a salir victorioso en esta batalla.
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