Aunque estaba entrando tarde a la reunión y yo llevaba la presentación del
plan de comunicaciones, que se revisaría ahí, eso esta vez no me amedrentaba.
Saludé a todos en la mesa. Puse la laptop y el proyector, conecté el equipo,
lo encendí, pero la imagen no aparecía proyectada. A esas alturas los nervios
comenzaban a flaquear, normalmente estaría al punto del desequilibrio, pero
este día no había nada que no pudiera controlar y mantuve la seguridad en el
rostro, una leve sonrisa y concentrado al mil por cien en la búsqueda de la
falla técnica.
- Los equipos se proponen cuando uno está apurado, como si se
propusieran hacernos quedar mal, dije. Vi hacia los que participaban de la
reunión y vi tranquilidad, pero también una sonrisa de una linda chica que me
veía fijamente. Sobre todo lo segundo repuso mi tranquilidad.
Reinicié el equipo y len-ta-men-te volvía a encenderse.
- Bueno mientras está lista la presentación, quiero agradecerles su presencia
y compartirles que tal como dice en la convocatoria, el objetivo de hoy es
validar el plan de comunicación que será común para las empresas miembros de
la gremial.
Yo estaba contratado para asesorar a una asociación de empresas y ese día se
había convocado a los altos ejecutivos para presentarles el plan de
comunicaciones y manejo de crisis, solicitado por la presidencia. Este año
había asumido una nueva junta directiva y y el gerente les había propuesto
trabajar en plan para mejorar la imagen de la industria y lograr una mayor
proyección del sector.
La computadora y el proyector al fin se pusieron de acuerdo y pude desarrollar
la presentación correctamente y terminar con un espacio de preguntas y
respuestas donde evacué con éxito las inquietudes hasta de los más
críticos.
Al terminar la reunión quedaron las pláticas de pasillos. Estaba conversando
con los ejecutivos de dos empresas, cuando la chica de la sonrisa se acercó,
saludó con otra sonrisa, y con toda autoridad me sacó de la
conversación.
- Disculpen, se los puedo quitar unos minutos.
- Si claro, respondieron con miradas de complicidad y de envidia.
Nos apartamos a platicar. No daba crédito a lo que estaba pasando. Realmente
ella era hermosa, elegante y para colmo con una dulzura angelical.
- Hola, soy Linda Yánez, estoy a cargo de las comunicaciones de la
empresa tal B&V.
- Mucho gusto, encantado de conocerla.
- Me gustó mucho su presentación.
- Gracias
- Quiero que me comparta la power point.
- Si claro.
- Y si puede, me de mas información sobre el tema. Aquí tiene mi número
de teléfono y correo electrónico, - dijo dándome una tarjeta de presentación,
inmediatamente se despidió con un beso.
Regresé con el grupo de ejecutivos que recibieron con sonrisas burlonas, y
alguien dijo que me recogiera la baba.
- ¿Ya la conocías?
- No. - Pero ¿sabes quien es?
- No. Me dijo que es una periodista que les trabaja las relaciones
públicas a la empresa B&V.
- !No la has visto en televisión!!!? Dijeron dos o tres al unísono con
una exaltada entonación
- No, dije, mientras pensaba: de que diablos me había perdido
- Esa chava es la presentadora del noticiero del canal 24 (era el
noticiero amarillista que tenía mucho éxito)
- En serio…!!!
- Si, que no ves noticias vos?
- No veo ese noticiero.
- Como puede ser que un comunicador no vea noticias.
No quise contra argumentar porque no ganaría la discusión. Seguro también para
ellos, ese era el mejor noticiero, como para las masas, fieles a su
transmisión diaria, que creen a ojos cerrados en sus historias, aunque los
abren tanto ante las imágenes de escándalo que les presentan en cada
emisión.
Esa noche me aguanté todo el noticiero, maravillado con tanta ficción, desde
el chupacabras, el gatonejo. Si que guapa es esa chica y por lo menos, me
dije, ella me hace tragarme esas noticias con un sabor agridulce. La tragedia
vende y nuestro país está lleno de ella. La televisión se aprovecha de esto. Y
tenemos una tragicomedia diaria que entretiene a las masas mientras no les
llega el turno de su dolor, porque cuando no hay chupacabras hay tragedias y
eso abunda en la dura cotidianidad del país.
El lunes a primera de la siguiente semana, le envié al correo la presentación
y la información extra solicitada y con la excusa de que si le había llegado
mi correo le hablé, antes que lo viera, pero no estaba en la oficina, me
dijeron que le darían mi recado. Que tonto, porqué no le pedí el número de
celular.
Estaba almorzando, cuando recibí una llamada de un número desconocido.
- Hola, Soy Linda.
- Hola Linda, como está.
- Me dijeron en la oficina que me había llamado
- Si, es que le envié la información a su correo. Solo para verificar
que le había llegado.
- Ahhh gracias, si. No me ha quedado tiempo de leerlo.
- Ahh bueno, revise y si necesita algo más me avisa.
- Mire y cuando tenga otro evento me invita.
- Si claro, con gusto.
- Bueno, ahí le queda mi número.
- Ya lo voy agregar a mis contactos. Un gusto saludarle.
- Hasta luego.
En esos días mi empresa había sido contratada para producir un documental para
una ONG que apoyaba comunidades campesinas. Trabajé el guion, grabamos
entrevistas y las imágenes del trabajo de las organizaciones comunitarias en
unas zonas de Chalatenango. Ya tenía todo para editar pero no tenía la voz en
off. Necesitaba la voz de algún locutor y tenía poco presupuesto.
Había pasado un mes desde que la había conocido, cuando me llamó para que les
acompañáramos a una reunión con los ejecutivos de su empresa. Fue una reunión
corta, pero pude aportarle a sus propósitos. Pero empecé a intuir que también
tenía otros propósitos. ¿Estaba soñando?
- Gracias por venir, le agradezco, estoy en deuda. Me acompañó a la
salida.
- No se olvide a invitarme cuando tengan otro evento.
Llegué a la oficina, con una idea dándome vueltas a la cabeza: invitarla a
salir. Pero ahora tenía que concentrarme en los problemas terrenales, el nuevo
presidente de la gremial era alguien inseguro y quería ganar protagonismo a
costa de la salud mental de los demás. Sin saber de los temas, en lugar de
escuchar imponía su criterio y su idea del éxito de la gestión empresarial era
poner controles en los horarios de trabajo y sobre las actividades, en lugar
de evaluarnos por los resultados; de esta manera había que estar informando
las reuniones, a que lugares de había ido, bueno primero informado en los
planes semanales luego informes semanales. Eso era un quitadero de cabeza solo
para que el maistro vea que se trabajaba. Le era tan difícil entender que le
daba un servicio como empresa y que tenía otros clientes. Como que el mundo
moderno no entraba en su cabeza y se había quedado en la escuela militar donde
estudió, pero no terminó su carrera militar.
Esa noche le llamé por teléfono a la chica del noticiero.
- Hola Linda, que tal, como está
- Aquí solita, no quiere hacerme compañía.
- No me salía la voz…después de carraspear, logré decir: no sabe cuanto
me gustaría pero estoy en Santa Ana (ella vivía en la capital) y saliera ya
para allá, pero a esta hora…(en ese entonces no tenía carro)
- Si, si lo sé
- Pero hablemos, así también me hace compañía. Hablamos de nuestro
pueblo natal, de sus tradiciones, de la comida que nos gusta, de la profesión,
del deporte, de nuestros equipos de fútbol favoritos, porque claro el suyo era
el del pueblo; en cambio yo había adoptado el de la ciudad donde vivo desde
los 5 años.
Esa noche me fui a la cama soñando despierto y ella probablemente logró
conciliar el sueño después de nuestra larga conversación, que aumentó el monto
de mi factura de teléfono de ese mes.
Al día siguiente fuimos almorzar de nuevo, esta vez iba decidido a declararle
mi amor. Quedamos de vernos en un pequeño restaurante al sur de la ciudad,
ubicado cerca de mi oficina. Llegué primero. Miraba el menú mientras imaginaba
una y otra vez como le diría y como ella reaccionaría, luego evaluaba de
decirle directamente o sondear con insinuaciones, para no cortar la ilusión
tan pronto por si me daba una respuesta negativa. Estaba viendo el menú por
décima vez, cuando levanté la mirada en dirección de la puerta, ella apareció,
me vio inmediatamente y se dibujó su sonrisa encantadora. Venía alguien más
con ella.
- Hola, ella es mi compañera Alina.
- Mucho gusto. Siéntense.
Mientras esperábamos que nos tomaran la orden, por lo bajo ella tocaba
mi pierna derecha con su pierna izquierda y me sonreía. Yo estaba muy nervioso
y hacía un gran esfuerzo por disimularlo. Como la cita no había funcionado
como la había planeado, ya que me había hecho trampa al traer compañía, se me
ocurrió generar otra oportunidad y le propuse que trabajáramos juntos, mejor
dicho que me trabajara, que me grabara la voz en off para el documental. Le
pareció muy buena la idea. Tengo poco presupuesto y no puedo pagarle lo que
vale…Cuánto tiene para mi, dijo. Le dije el monto, temiendo que rechazara mi
oferta. Está bien me dijo, trabajemos. Donde grabaríamos? Le comenté que un
amigo tiene un estudio de grabación y me lo prestaría. Puedo el viernes en la
noche. No tengo ese día noticiero, solo voy a presentar al medio día. De
acuerdo, voy a coordinar para ese día. Donde nos encontramos. Si gusta paso
por usted, me espera a la salida de su oficina. Perfecto. En ese momento se
acercó el mesero. Ya están listos para ordenar, preguntó. Ordené una pechuga a
la cordon blue y ella una ensalada de cuyo nombre no me acuerdo ni de lo que
pidió su amiga.
- Para mantener la figura
- Estoy muy gorda. - El queee…
- Va a creer que ella cree que está muy gorda-dijo su amiga que si estba
pasadita de libras y comía sin remordimiento.
No quería hablar de su trabajo en la televisión, pero me preguntó sobre un
amigo en común que trabajaba para la cadena. - Si es muy inteligente…lástima
que le toca estar haciendo el trabajo para tontos. Sin querer se me salió, y
cuando me había dado cuenta ya había salido de mi boca la expresión, vi
rápidamente su cara en espera de su reacción.
- Jajajaja, si es muy inteligente y muy pesado. No todos en la
televisión somos tontos.
- Lo se, no quise decir eso. Vi la oportunidad de enmendar mi metedura
de pata.
- Simplemente me parece que podrían dar mejor información a sus
televidentes.
- ¿No le gusta el noticiero en que trabajo?.
- No se, disculpe, pero no veo ese noticiero,
- No le creo, ¿no lo ha visto ni una vez?
- Si, si ya lo he visto, pero me parece muy fuerte para mi gusto
personal.
- Le lastima su sensibilidad dijo con risa sarcástica.
- Es que me parece que eso no tiene que ver con informarse sino con el
morbo de la tragedia ajena, disculpe no es nada personal.
Ella me sonrió de esa forma encantadora que expresaban un gran control de si
mismo y una simpatía por mi o condescendencia a mi alegato. Pensé que había
perdido la oportunidad de una segunda cita, pero al despedirse me dijo casi al
oído: nos vemos el viernes.
El viernes de manera más que puntual, le esperaba en la 49, antes del centro
comercial, vi que abajo del paso a desnivel todavía estaban unos vendedores de
flores. Qué oportuno, fui y compré un ramo de rosas, justo a tiempo, a los
pocos minutos paró un carro sedán rojo, bajó las ventanas y dijo hola, ¿nos
vamos?. Al subir, vio las rosas y me dijo ¿son para mi? Se las di, se las
acercó a la cara. Que lindas, gracias y las puso en el asiento de atrás.
Llegamos al estudio de grabación que estaba por el Hospital de Niños. Ahí
estaba mi amigo esperándonos. Linda bajó con sus rosas. El me las regaló le
dijo, orgullosa. Los presenté y pasamos rápidamente al estudio. Mientras mi
amigo ecualizaba en los controles, ella me tocó el estómago y me dijo tienes
pancita. Y subió su blusa y me enseño su estómago plano. Al terminar la
grabación me pasó dejando a la oficina. Eran las 9 de la noche y cuando paró
el carro, las ideas en mi cabeza no se alcanzaron a articular en mi boca, nos
despedimos y al bajar del carro la vi partir con la decepción de no haberla
invitado a pasar.
Una semana después, en un restaurante de la zona sur, nos sentamos a almorzar
comida italiana. No hubo tiempo de la tertulia del postre porque tenía que dar
las noticias del medio día. Pero logré acordar que me ayudara con su voz para
el otro documental y también invitarla para la fiesta que la gremial haría
para los periodistas en su día.
La pequeña recepción a los periodistas que cubrían nuestras actividades se
hizo junto a la piscina de uno de los más grandes hoteles dela ciudad. Fue
algo más íntimo con un grupo de unos 7 periodistas, el gerente y dos
directivos de la gremial. Ya habíamos empezado a platicar sentados a la mesa
cuando va apareciendo semejante dama con un elegante vestido de noche, con
peinado de salón y un maquillaje impecable que resaltaba aún mas su belleza.
Sus grandes ojos chispeaban alegría. Salí a su encuentro y me saludó
efusivamente cariñosa, haciéndome sentir importante.
- Solo por usted vine.
-Me hace feliz, gracias por venir a rescatar la velada.
Entró como reina y después de saludar a todos se sentó a la par mía. Esa noche
era mi gran noche, pero duró poco. Después de cenar y cuando al calor de los
tragos la conversación se volvía más a mena, ella vio su teléfono y dijo. -Me
tengo que ir. Gracias por invitarme. El gerente me dijo al oído andá dejala.
La fui a dejar al parqueo y cuando estaba a punto de decirle que me llevara a
su casa, porque ya me había advertido que vivía sola con su hermana, pero que
ella no estaba esta noche, recibió una llamada de su novio de Estados Unidos.
Contestó nerviosa. Si ya voy para la casa. Al colgar me dijo, gracias de nuevo
y me despidió con un cariñoso beso en la mejía que me dejó atontado y no le
propuse que me robara de la fiesta.
La segunda grabación la tuvimos que hacer con mi laptop en la sala de
reuniones de la oficina de la gremial. Llegó con una falda pantalón blanca y
una blusa color lila que mostraba buena parte de sus hermosos pechos.
Empezamos la grabación con la computadora en la mesa de reuniones, sentados
juntitos. Le hacía observaciones a la entonación y ella me preguntaba por unas
partes del guion, le dio una lectura y luego hizo una práctica. Me dijo, estoy
lista. Empecé a grabar , lo repetimos unas tres veces. Al terminar, ella giró,
nos miramos de cerca, con su mano tocó mi pierna y dijo, espero que le guste.
Si claro y me acerqué más, ella se quedó mirándome, me acerqué un poco más y…
ella quitó suma no de mi pierna y cambió su expresión. Regáleme agua dijo. Me
fui al bar y tomé un baso, no quiere algo más por ejemplo ¿un vaso de whisky?
No, me dijo y se acercó al bar cuando le estaba sirviendo el agua que había
sacado de la pequeña refrigeradora, se acercó más, rozándome el cuerpo y
tomando el vaso con el agua, lo bebió a la mitad y me lo dio, se subió a barra
del bar y se acostó modelándome, yo la veía directamente y la veía en el gran
espejo, me acerqué, me tendió su mano, la tomé y me acerqué mas, me puso su
mano en sus pechos, me incliné a besarla y le fui desabotonando su blusa, una
parte de sus turgentes pechos quedaron al descubierto, con la otro mano se
quito el sujetador, le recorrí a besos todo su pecho y cuando llegué a sus
pezones, dio un extasiado gemido. Yo fui bajando recorriendo abdomen, el que
me había lucido en la anterior sesión de grabación. Cuando llegué a su dorso,
se incorporó bruscamente y dijo: No, puede venir alguien.
- No, no.
- Y si abren, ¿alguien más tiene llave?,
- Tengo asegurado con doble llave. Vio su reloj y dijo: Me tengo que ir.
- Por queee dije en tono de súplica.
- Es que mi hermana me está esperando. Se levantó, colocándose y
ordenando su blusa. Me invadió una angustia por detenerla, pero ya estaba
perdida la partida. Por más que me resistiera, por mas que quisiera retomar y
avanzar, esta vez hasta ahí tenía que llegar.
Ese fin de semana su equipo ganó la final de fútbol. Le llamé y no
contestó, así que le puse un mensaje de texto: Felicidades campeona. Puse la
radio, oí algunos comentarios sobre el partido y luego puse música, salía una
canción de los 80. Las notas de su riff me aceleraron el rimo de mi pulso
cardiaco.
El lunes a primera hora le llamé de nuevo, no me contestó. Mas tarde le llamé
a su oficina y me dijeron que no estaba, pedí que me pasaran con Alina, le
pregunté por Linda. ¿No sabe que se fue para Estados Unidos? Podría ser un
viaje de paseo, pero ya sabía que de había ido para siempre. Ya no recuerdo
que más dije, solo que colgué.
Ese día fue tortuoso, no encontraba la manera de que terminara para llegar a
mi casa. Cuando al fin llegué, puse la radio y me tiré en la cama. En la radio
adulto contemporáneo sonaba Baby, I Love You de Ramones, para rematar, pues su
melodía era mejor que la cebolla para hacerme llorar, con la siguiente canción
I wish it would rain down de Phil Collins, la lluvia de mis ojos empezó
y caí en la cuenta que nunca más la tendría en mis brazos de nuevo y ya nunca
me interesaría por los noticieros de horario estelar.
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