(Relato de ficción)
Los mejores momentos se esfumaron sin saber que eran los mejores, ahora solo queda resistir y buscar la forma de levantarse. Después de un golpe como el recibido, quedarse postrado es una fuerte tentación.
Son tiempos turbulentos en el interior y tanto o más en el mundo exterior. No
se ven claro los cambios, aunque estamos consientes que estamos en una época
de transición. En medio del torbellino no se puede ver la salida, en la medida
que el tiempo vuela y giramos a 120 r.p.m.
El mundo está patas arriba y el desorden responde a un caos que tiene que ver
más con las acciones de los humanos, pero también hay intervención de la madre
naturaleza y en mucho como respuesta.
Amenazas de guerras mundiales, revueltas, desastres naturales no tan
naturales, hambre en medio de la abundancia, crisis mundial, todo se detiene y
todo avanza en círculos, pero nada cambia, sigue el espíritu humano cantando y
bailando idioteces mientras camina a la destrucción.
Desde su rincón favorito, meditaba y ejercitaba su mente para el encuentro con
su otro yo, un hábito aprendido desde los golpes de la vida, así fue buscando
una ruta a una nueva dimensión, cuando el río de la vida lo arrastró hasta
aquel rincón del mundo en el que ya no le quedaba ni el aliento para
levantarse, no pudo más que tirarse sobre el pasto y ver el sol ponerse en los
cerros, las nubes se pintaron de unos colores extraordinariamente
alegres.
Ahí frente a la alegría de la vida pensó que no todo estaba perdido. Un
chispazo de pensamiento le indicó que debía de conectarse con las energías de
los ancestros, recorrer el camino blanco desandando los pasos perdidos y
volver en la búsqueda de la puerta a un nuevo mundo, en el que la armonía del
cosmos juega en simetría con el universo interior de cada uno, en donde las
energías están en equilibrio.
En la cuarta hora de un 13 toj del calendario maya, realizó una ceremonia. En
el silencio de la madrugada, se escucha mejor la voz interior. Una extraña
fuerza fue inyectándose en su cuerpo y descubrió un nuevo ojo con el que se
vio a si mismo y al mundo de una manera diferente, en otra parte, aunque su
conciencia le decía que estaba en este mundo, veía su cuerpo en un lugar
etéreo, se sintió liviano y la tranquilidad de la inconciencia y luego terminó
de desconectarse de este mundo.
Y ahí en la quinta dimensión, a medio camino entre el universo visible y la
materia oscura, pudo ver un nuevo sendero, pero ya no con sus dos ojos, era un
tercero el que le conectaba a ese nuevo mundo, que había estado siempre ahí
tan lejos y tan cerca.
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