martes, 22 de noviembre de 2022

De que callada manera se aleja aquella época.




El tiempo pasa y ya lejos quedan esos años en los que Pablo y Silvio pusieron palabra y voz al enorme silencio que rodeaba nuestras vidas latinoamericanas y con su música hacían que por ratos espantáramos el ruido de la muerte. 

Al enterarme por la mañana que Pablo ha fallecido, me vienen a la memoria muchas de sus canciones y con ellas lugares y momentos de una época que poco a poco se va haciendo lejana.

Aprendí de niño a amar su música, escuchándola como un susurro, a apreciar su voz, descifrar sus versos y deleitarme con sus notas a un bajo volumen, acercando el oído al pequeño radio en el que mi padre sintonizaba las transmisiones de las radios guerrilleras, porque en mi país hasta escuchar sus canciones podía ser una condena a muerte. 

Mas tarde,  cuando ya se podía escuchar su música y ya tenía una radio grabadora, llegaron a mis manos casetes que contenían esas perlas de música y para encontrar la canción preferida llevaba su trabajo, eran tiempos de escasez material pero la música hacía saltar abismos y ponernos en el rumbo de los sueños. 

Con todos los cambios que trajo el mundo y lo que ha quedado ya en la historia, yo me quedo con esas pequeñas cosas que han llenado de ternura nuestras vidas, con las notas del piano danzando con los versos, abrazando las palabras, acompañando la voz del poeta. 

Y a veces, en este recorrido de la vida, a veces me pregunto dónde estarán los amigos de ayer y aunque haga un balance de cuánto de niño pedí y cuánto de grande logré, me niego a seguir el credo de su canción porque si alguna vez me he sentido derrotado, nunca renuncié a ver el sol cada mañana y eso me trajo hasta aquí, a medio camino entre lo que fui, lo quise y lo que quiero llegar a ser.

Aunque el tiempo el implacable siempre una huella triste nos dejó, la vida sigue y la música auténtica es eterna y la Nueva Trova seguirá siendo nueva. 

Ahora te puedo decir querido Pablo que en el breve espacio que no estás, tus melodías alegres, pero también las nostálgicas continuarán iluminando los ratos oscuros de la vida porque ahora que otros ruidos ensordecen nuestro camino sin retorno, es difícil encontrar una banda musical que esté a la altura de nuestra necesidad espiritual. 

Y con el corazón tendido al sol le decimos adiós a Pablo, pero no a su música que, a falta de una nueva banda sonora, nos sirve arroparnos con esas canciones de antes que siguen tan presentes por necesidad y por su indomable espíritu que las hace eternas.

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