De repente el mundo se detuvo y en siglos los animales tuvieron un poco de paz
y el planeta tuvo un respiro. Fue surrealista ver imágenes de los centros de
las mas grandes ciudades del mundo vacías; ver aeropuertos con los aviones en
tierra.
Los cambios en la vida cotidiana fueron drásticos, desde los encierros a la
dificultosa tarea de salir cuando se podía. No se podía tocar la cara y se
usaba una mascarilla para salir donde había más personas, con la que tenías
que guardar una distancia de al menos metro y medio, para evitar el contagio
del virus. Era difícil soportar la picazón en la cara, bajo el sol quemante en
las larguísimas colas para entrar a los bancos. Como que cuando sabes que no
debes de hacerlo, hay un impulso interior que te lleva a lo contrario.
Eso exactamente usaba para la meditación diciéndome no pienses en el éxito,
como lo resume desde el título el libro de comunicación política: No pienses
en elefantes de un destacado lingüista que ha estudiado como configura el
lenguaje el pensamiento pero en cuanto a las sociedades.
Decidí usar mis pocos conocimientos y prácticas de “mindfulness” o
“concentración plena” para sobre llevar la rutina diaria con todas sus
pequeñas y riesgosas dificultades, como ir de compras cuando puedes salir y
las 24 horas en casa durante 7 días.
De cómo configuramos nuestros marcos de pensamiento por medio del lenguaje
depende mucho de lo que ocurre en nuestras vidas. Eso que parece sacado de las
recetas de vida que tanto he detestado de best sellers de cómo alcanzar el
éxito, ahora me hace sentido y no lo he sacado de esos libros. No quiero
despotricar sobre ellos, porque no los he leído, pero si de otros que abordan
desde distintos enfoques y áreas del conocimiento el poder de la mente.
Sí, eran tiempos muy difíciles. El mundo ya no sería el mismo y la vieja
normalidad quedó atrás, venía una nueva normalidad…pero mientras tanto, la
muerte andaba rondando y empezaba a llevarse conocidos. No se puede ser
indiferente ante tanto dolor humano que esta pandemia vino a provocar. La
miseria que ya vivía mucha de nuestra gente se vino a agravar y como toda
crisis saca lo peor y lo mejor de las personas, hemos podido ver aflorar en el
mundo la demencia y la peor maldad de los liderazgos…¡qué estaremos pagando
con tanto demente dirigiendo países!, los populistas que se creen mesías están
de nuevo de moda, seduciendo a las masas con su grandilocuencia vacía.
Aún con todo ese panorama, mis conocimientos, aunque limitados, fueron de gran
ayuda. Mi contacto con la meditación viene de hace unos años. Empecé de manera
instintiva en mi adolescencia y luego encontré la cosmovisión maya y el uso
las energías del día. De nuevo me ha tocado poner prueba el poder de la mente.
La primera vez fue cuando salí huyendo del quirófano para evitar una operación
en la columna vertebral. Con mi mente y ejercicios que encontré de un
fisioterapista español, superé lo que para el neurocirujano solo era posible
metiendo el bisturí, metiendo el cuchillo para decirlo con nuestras palabras.
Como decía, el ejercicio de la meditación lo empecé de manera empírica desde
niño, después en la honda del new age, en la década de los 90 en el siglo
pasado, momentos en los que también me adentré en las enseñanzas de los
abuelos mayas con una meditación a la energía del día. Pero realmente
practicar la meditación con disciplina ha sido reciente, bueno es mucho decir
con disciplina, pero digamos con cierta regularidad.
Cada mañana hago apenas 10 minutos de meditación, no es suficiente, pero es de
gran ayuda. Noah Harari el autor de Homo Sapiens hace media hora en la mañana
y media hora en la noche, Eslon Musk hace todas las mañanas y el cineasta
David Linch es un entusiasta promotor de esta práctica.
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