Es la media noche y el
silencio está ausente en mi cabeza, aunque afuera lo más probable es que este
momento sea su reino. Para cuando amanezca las flores habrán recibido su cuota
de rocío y esperarán atentamente las caricias del sol en el eterno reencuentro
entre el día y la noche en un abrazo sin fin. De los abrazos que recibo no
viene el tuyo, dulce vaivén de mi delirio. Abuso de mi confianza para llorarme
en mi tumba, ahora que encaramo mis despojos a rocinante para caminar por los
valles en busca de aventuras. Maravillas del extra tiempo, vengo a compartir la
noche en que las estrellas se refugian de mis ojos. Por algo las nubes vuelan
rápido a ras de cielo y más cerca de la tierra. El hechizo de la luna se vuelve
viento enamorado azotando de miradas las profundidades del dolor, sea que la
vida es un arte envuelta en franela sucia.
Las voces de la farsa
suenan fuerte aunque su eco es falso, engaña su potencia superficial las mentes
cortas, mientras camina pavoneando con orgullo su mentirosa fragancia.
Desde el ocote
encendido como lámpara, venía el humo y el aroma que envolvía mi cuerpo y mis
sentidos en la espléndida noche en que el rocío bañaba con pasión persistente
los matorrales.
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